El domingo pasado recibí una agradable visita. El señor Carlo Wong, de origen asiático, vino a realizar una visita al único invernadero de toda Sierra Leona. Fue magnífico ya que nada más entrar dentro de el, empezó a reconocer y a identificar todo los cultivos y el momento de desarrollo de los mismos.
A simple vista el señor Wong, parece una persona entrañable y muy competente. Habla de manera técnica pero sin alardear de su experiencia, la cual es mucha. Lleva varios años trabajando en Sierra Leona en proyectos de desarrollo en agricultura y en especial con la caña de azúcar.
Después de la visita y de todas las ideas que de manera desinteresada me regaló, se ofreció a venir otro día para conversar.
Mi primera sensación fue muy positiva. Pensé que era un gran avance a la hora de estrechar lazos entre diferentes ONGD´s y proyectos que de alguna forma buscan un fin común, el desarrollo de la agricultura en Sierra Leona. Mi proyecto consiste en estudiar la viabilidad del invernadero, del desarrollo positivo de los diferentes cultivos y de su continuidad con respecto al tiempo. Que mayor continuidad que el compromiso de intereses comunes.
Pero aquí el tiempo es relativo y los compromisos más relativos aun, por ello en ningún momento me quise hacer ilusiones e interpreté su interés como algo formal.
Mi sorpresa fue infinita cuando el sábado pasado me llamó de nuevo al móvil para decirme si era posible pasarse a la misión para hablar conmigo. Encantado me pase toda la mañana esperándole en el porche con la ilusión puesta en su visita. Apareció pocas horas después y de manera muy amigable salió del coche ofreciéndome su mano. Se la estreche con gusto tanto a él como a su acompañante francés. Rápidamente saco una bolsa que contenía diferentes semillas y me dijo:
- Mira Marco, te he traído estas semillas de tomate F1, las cuales son muy buenas para que las plantes en el invernadero. Tienen una gran capacidad de adaptación a las altas temperaturas y una resistencia muy positiva frente a plagas y enfermedades. Siémbralas con cuidad ya que son muy caras y difíciles de conseguir.
Como podéis imaginar mi cara reflejaba tanto la felicidad como la incredibilidad de mi interior.
- Muchísimas gracias señor Wong, no puede imaginarse lo feliz que me hace recibir esto. Si me dice cuanto le debo estaré encantado de pagárselas. -Le dije mientras miraba incrédulo la variedad del nuevo tomate que estaba impaciente por sembrar.
A lo que él me contesto:
- No te preocupes, es un regalo. Lo único que quiero es que saquéis adelante el proyecto y de alguna manera contribuir al triunfo del invernadero en Sierra Leona. Lo único que te pido es que nos permitas tener un seguimiento. Nos interesa el invernadero y sobre todo la Misión.
- Por supuesto señor Wong, a partir de ahora le mantendremos informado y si me lo permite nos encantaría visitar su proyecto en Makeni.
Hemos quedado el fin de semana que viene para visitar su proyecto y de esa forma estrechar lazos entre dos iniciativas que a la vez confluyen en un mismo cauce.
Para mí, la base de una buena cooperación para el desarrollo reside en la cooperación colectiva, no individual, como muchas ONGD´s ó empresas gubernamentales intentar implantar, por ello el trabajo se debe de analizar desde una perspectiva global en la que no exista una competencia a la hora de colgarse las medallas, sino una asociación positiva para convertir a las medallas en triunfos y a los beneficiarios en personas.