Greenhouse

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Kamabai (Sierra Leona)

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Cooperantes

Gracias a todos los cooperantes que han hecho posible que haya disfrutado de la vida aquí en Sierra Leona. A todos ellos que se han convertido en mis amigos y me han dado la fuerza suficiente para sostenerme un nuevo día.
Por sus palabras, sus ánimos, sus sentimientos. Por regalarme momentos únicos, risas incalculables, sueños eternos. Por presentarse en mi vida como una oportunidad.
A todos ellos. Muchas gracias.
-          Juan Antonio
-          Alegría
-          Gonzalo
-          Marta
-          Blanca
-          Antonio
-          Rocío
-          Rafael
-          Fátima
-          Natalia
-          Guillermo
-          Carlos
-          Rubén
-          Oscar
-          Gloria
-          Paula
-          Isa Altuna
-          Inés Parrondo


La Misión de Los Agustinos Recoletos

Una vez tuve un sueño. En ese sueño veía la unidad entre los pueblos, la unidad entre los espíritus y sobre todo la unidad entre pensamientos. Una vez tuve un sueño y es difícil pensar que a los 26 años lo he visto hacerse realidad. Gracias a personas como las que he tenido la suerte de conocer en Kamabai, que se encuentran en muchas partes de mundo, con una misión de ayuda y desarrollo.
Hoy puedo decir que ese sueño se ha hecho realidad, gracias a que en el mundo, existen personas como los Agustinos Recoletos. Personas que por encima de todo te respetan y te ayudan en la vida. Que te hacen sentir participe de una cadena que desde hace años están construyendo eslabón a eslabón.  Cada uno de los eslabones es una persona que ha sentido, llorado, ilusionado, reído, amado y sobre todo soñado. Cada uno de los eslabones representa un nuevo niño al que han salvado, un nuevo pueblo al que han ayudado, una nueva herida que han sanado.
Y estoy orgulloso por encima de todas las cosas de formar parte de este eslabón tan cuidadosamente ensamblado.
He aprendido tanto de ellos que me siento afortunado. Lecciones de la vida que te hacen sentir parte de ella y te invita a afrontarla de nuevo.
Os quiero regalar algo que me dijo José Luis una vez que me vió llorando por la desesperación de lo que aquí se vive:
“Una vez dos personas andaban por la arena aprovechando que la marea estaba baja. La vista les regaló una preciosa estampa de estrellas de mar. La arena estaba cubierta de miles de ellas que agonizaban por recuperar de nuevo la libertad del mar. Uno de los chicos comenzó a tirar las estrellas una a una y ante el acto aparentemente irracional del mismo, su amigo le pregunto:- ¿Por qué las estas arrojando al mar, cuando hay miles de ellas en la arena y no vas a poder salvar a todas? A lo que su amigo le contestó: - Es imposible salvar a todas las estrellas, y con un movimiento rápido se agacho y cogió a una de ellas entre sus dedos, - pero al menos a esta, la vida le ha regalado una segunda oportunidad-. En ese momento se llevó la estrella hacia sus labios la besó y la tiró lo más lejos que pudo al mar”.
Esto representa lo que Ellos están haciendo diariamente en muchas partes del mundo. Cada día nos regalan una nueva oportunidad, cada día nos ayudan, dentro de sus posibilidades  a seguir adelante en la vida.
Gracias a todos vosotros.

A la cuarta va la vencida


Me encuentro en medio de la selva y empiezo a mirar a ambos lados. Compruebo como Medo, que está delante de mí, se mueve de forma sigilosa, hasta tal punto que ni siquiera yo, que me encuentro a dos pasos de él, puedo escuchar su movimiento. La diferencia entre ambos es clara, cada vez que doy un paso todas las ramas de Sierra Leona se rompen sobre mis pies. El sostiene un fusil con su mano derecha, mientras que con la izquierda va separando cuidadosamente las ramas que se interponen en su paso. Detrás de mí se encuentra Adama, la cual me va señalando diferentes lugares donde se producen movimientos con el fin de que esté atento.
De repente un ruido pone en alerta a Medo, parece que estamos cerca. Nos mira con una sonrisa en la boca y desviando la mirada nos invita a mirar un árbol que como mínimo estaría a 30 metros. Esta vez he sido prudente y me he traído las gafas de ver de lejos, no me podía permitir perderme algo así.
Por fin noto como las ramas se mueven y espero con la boca abierta ver una silueta, aunque, esta vez no he estado lo suficientemente atento.


Llevo mucho tiempo deseando ir a la selva con Medo, pero después de tres intentos comencé a perder la esperanza. Pero lo que se hace desear, aumenta de valor y entonces llegó el día. A las 6 de la mañana a penas ha salido el Sol en Sierra Leona, pero a partir de esta hora empieza a hacer un calor tan asfixiante que es difícil moverse con ligereza. A esta hora nos dirigimos a un poblado cerca de Mile fourteen, Medo, Adama, Hassan y yo. Medo y Hassan son dos de los cazadores con mayor reputación en Sierra Leona, así que de alguna me siento afortunado.
Después de adentrarnos en la selva, salvar cantidad de obstáculos, riachuelos y ver infinidad de bichos, Medo y Hassan se separan sin decir una palabra. No se si lo habrían hablado antes, creo que no, pero después de tantos años cazando juntos, saben perfectamente lo que tienen que hacer en cada situación. Adama y yo seguimos a Medo, muy de cerca, pero aunque se mueva sigiloso, su velocidad es mucho mayor que la nuestra. De repente llegamos a un claro en frente de un riachuelo, el cual, curiosamente tiene las ramas de un árbol que pasan celosamente a unos cinco metros de altura. Parece un buen sitio. Medo con un gesto de la mano nos sugiere que nos agachemos, quiere atraerle hacia nosotros.

Tengo la cámara de video preparada, y aun así la miro cada pocos segundo para asegurarme de que está encendida. Después de esperar durante una hora en el interior de la selva de repente noto como Adama golpea mi hombro y señala enfrente de mí. Por la parte derecha empiezo a ver como las ramas de los arboles se empiezan a mover de forma frenética, tanto que empiezo a tener miedo por lo que pueda salir entre la espesura. Y al fin lo veo. Una familia de monos pasa a apenas a 15 metros de mí. Se mueven con movimientos agiles, tanto que prácticamente no puedo disfrutar de tal maravillosa visión. Corrían huyendo de algo, o mejor dicho de alguien. Yo también huiría si me encontrara de frente con el mejor cazador de Sierra Leona. Pero esta vez Medo no tenía la intención de disparar, solo quería enseñarme una de las mayores grandezas que tiene esta tierra, una suerte para la naturaleza, una suerte para aquellos que la podemos disfrutar.

Jose Luis

Ojo de halcón, Chaparrito, Pulga, Chow y Grandpa.
De lengua afilada y contestación rápida.
Con “mi reina” en la boca y “las mañanitas” en su bandurria.
Nunca repite las historias, ya que siempre suenan a nuevas.
Profesor de la vida, ha aprendido tanto de ella, que humildemente hablando dejo de serlo hace tiempo.
De apetito exagerado, aunque solo desde fuera se vea que, media barra  no es una migaja.
De paso lento aunque ágil en movimientos.
Barcelonista por incordia, osasunista de corazón.
La vida le premió con una segunda oportunidad.
Le aman por lo que ha hecho, por lo que hace y por lo que hará.


Destinado a iniciar los caminos, los proyectos, las peleas,…
De voz apagada y tos nocturna.
Presume de los que ama
Muchos nos sentimos orgullosos de conocerle.
Gracias.


sábado, 12 de noviembre de 2011

Podría,...

Podría “escribir los versos más tristes esta noche”, como bien dice Neruda, pero sonarían a despedida.
Podría “pasar o quedarme, pero lo nuestro es pasar”, como bien dice Antonio Machado, pero aunque parta a otra tierra, siempre un recuerdo se queda entre estos 2 mares.
Podría “dejar yo, de ser yo”, como bien dice García Lorca, pero entonces no contemplaría las estrellas de este cielo.
Podría “dejarme la esperanza”, como bien dice Miguel Hernández, pero entonces no creería en esta tierra.
Podría “volver y dar en silencio la espalda”, como dice José Zorrilla, pero entonces no habría comprendido la inmensidad de África.

Podría un “nuevo pensamiento mío, quedar desvanecido en el viento”, como bien dice Lope de Vega, pero el harmatán siempre da tregua cuando se trata de esperanza.
Podría “¡oh sabia sabiduría, saborear el no ser!...”, como bien dijo José Bergamín, pero tras un nombre y una historia todos somos parte de algo.
Podría “cerrar mis ojos la postrera sombra  que me llevare el blanco día”, como bien dice Quevedo, pero entonces no vería las verdes montañas de Sierra Leona.
Podría “esperar a la orilla de la chimenea”, como bien dice Joaquín Sabina, pero entonces me perdería mi último suspiro.
Podría dedicarte mi vida, como bien hacen los que te aman.
Te quiero Sierra Leona

Un escalofrío, pero no de frío


Ayer escuché algo que necesitaba, algo que me hizo sentir felicidad. Y digo felicidad, porque no podría justificar ese escalofrío que sentí de otra manera.
Poco a poco vas entendiendo a tu cuerpo y cada una de las sensaciones que tienes a lo largo de tu vida, van formando parte del pasado, porque después de 26 años, hay pocas sensaciones que no haya sentido. Pero esta sensación fue distinta y podría decirse que es una sensación que me permite partir tranquilo, como si por fin me cortaran los tirantes que me unían a esa pesada mochila. Y esto sucede de repente, como las grandes cosas que tienen un eco en la eternidad, al menos a título personal.

Ayer, después de casi 6 meses con Adama esta me dijo:
-          Marco, me encanta el invernadero, está tan bonito,… cada vez que me encuentro dentro estoy feliz y sé que soy afortunada de poder trabajar en él.

 No hacían falta más palabras. Respiré hondo y curiosamente esta vez, me entró mucho mas aire del que estaba acostumbrado. Asique levanté la cabeza, tan alto como pude y sentí como mis pasos acompañaban mi cuerpo. Poco a poco me fui alejando del invernadero sin mirar atrás, porque sabía que estaba en buenas manos, mejor dicho, sabía que estaba en las mejores manos.

Asociación cooperativa

El domingo pasado recibí una agradable visita. El señor Carlo Wong, de origen asiático, vino a realizar una visita al único invernadero de toda Sierra Leona. Fue magnífico ya que nada más entrar dentro de el, empezó a reconocer y a identificar todo los cultivos y el momento de desarrollo de los mismos.
A simple vista el señor Wong, parece una persona entrañable y muy competente. Habla de manera técnica pero sin alardear de su experiencia, la cual es mucha. Lleva varios años trabajando en Sierra Leona en proyectos de desarrollo en agricultura y en especial con la caña de azúcar.
Después de la visita y de todas las ideas que de manera desinteresada me regaló, se ofreció a venir otro día para conversar.
Mi primera sensación fue muy positiva. Pensé que era un gran avance a la hora de estrechar lazos entre diferentes ONGD´s y proyectos que de alguna forma buscan un fin común, el desarrollo de la agricultura en Sierra Leona. Mi proyecto consiste en estudiar la viabilidad del invernadero, del desarrollo positivo de los diferentes cultivos y de su continuidad con respecto al tiempo. Que mayor continuidad que el compromiso de intereses comunes.
Pero aquí el tiempo es relativo y los compromisos más relativos aun, por ello en ningún momento me quise hacer ilusiones e interpreté su interés como algo formal.
Mi sorpresa fue infinita cuando el sábado pasado me llamó de nuevo al móvil para decirme si era posible pasarse a la misión para hablar conmigo. Encantado me pase toda la mañana esperándole en el porche con la ilusión puesta en su visita. Apareció pocas horas después y de manera muy amigable salió del coche ofreciéndome su mano. Se la estreche con gusto tanto a él como a su acompañante francés. Rápidamente saco una bolsa que contenía diferentes semillas y me dijo:
-          Mira Marco, te he traído estas semillas de tomate F1, las cuales son muy buenas para que las plantes en el invernadero. Tienen una gran capacidad de adaptación a las altas temperaturas y una resistencia  muy positiva frente a plagas y enfermedades. Siémbralas con cuidad ya que son muy caras y difíciles de conseguir.
Como podéis imaginar mi cara reflejaba tanto la felicidad como la incredibilidad de mi interior.


-          Muchísimas gracias señor Wong, no puede imaginarse lo feliz que me hace recibir esto. Si me dice cuanto le debo estaré encantado de pagárselas. -Le dije mientras miraba incrédulo la variedad del nuevo tomate que estaba impaciente por sembrar.
A lo que él me contesto:
-          No te preocupes, es un regalo. Lo único que quiero es que saquéis adelante el proyecto y de alguna manera contribuir al triunfo del invernadero en Sierra Leona. Lo único que te pido es que nos permitas tener un seguimiento. Nos interesa el invernadero y sobre todo la Misión.
-          Por supuesto señor Wong, a partir de ahora le mantendremos informado y si me lo permite nos encantaría visitar su proyecto en Makeni.
Hemos quedado el fin de semana que viene para visitar su proyecto y de esa forma estrechar lazos entre dos iniciativas que a la vez confluyen en un mismo cauce.




Para mí, la base de una buena cooperación para el desarrollo reside en la cooperación colectiva, no individual, como muchas ONGD´s ó empresas gubernamentales intentar implantar, por ello el trabajo se debe de analizar desde una perspectiva global en la que no exista una competencia a la hora de colgarse las medallas, sino una asociación positiva para convertir a las medallas en triunfos y a los beneficiarios en personas.